Me considero uno de tus mejores amigos, e incluso pienso que la reciprocidad es sincera por todo lo que hiciste, sonreíste y lloraste por mí. Pero no tengo el derecho a exigirte que confíes ciegamente en mí, no tengo el derecho de robar tu tiempo, no tengo el derecho de interferir en tus caminos, no tengo el derecho de chantajearte con mi bondad, no tengo el derecho de exigir que corras primero en mi dirección, no tengo el derecho de reclamarte por las verdades que no dijiste, ni por las mentiras que pronunciaste, ni por los secretos que ocultaste. Ser tu amigo no me da ningún derecho sobre tu conciencia. Antes, ser tu amigo apenas implica y tan solamente, querer tu bien, porque te quiero bien. Únicamente eso. Te llamare la atención cuando haya peligros, estaré allí cuando te equivoques, estaré allí cuando aciertes, estaré ansioso cuando te duela algún sufrimiento intenso, estaré inquieto cuando sepa que te va bien, estaré alegre cuando sepa que eres feliz. No quiero nada para