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Entonces, tú.

Entonces sucedio. 
Me encontré en un lugar que me sobraban las personas y me faltaban los motivos para no dejarte volver. 
Era el primer día de aquel mes que juramos nunca mas. El comienzo del capitulo que tenia pendiente. 
Y aun que empece un libro nuevo, te aseguraste con esa noche que el protagónico, te sigue perteneciendo a ti.
Me encontré contigo y esa manera de bailar tan tu, esas miradas que esquivan y desvían hasta al mas incrédulo. Eran risas y esa manera mía de evitarte sin ganas, de verte un rato mas con miedo a equivocarme. 
Y los meses que pasaron, el punto final que marque. Todo se fue por el borde y saltó sin pensarlo dos veces. Desde que te acercaste y hablamos de los planes que juramos a futuro. Los muebles pendientes y las heridas que juraste sanarías con calma y tiempo. 
Y me di cuenta que como yo, recuerdas con punto y precisión las canciones que solías cantarme de madrugada, las tías que te explique eran importantes, los cuetos que inventaste y las fechas importantes.
Intento explicarte que de ninguna manera, podría sentirme menos tonta, y mas tuya. Que las maneras que aplicas, dan como resultado mis piernas debiles y  la tentación de volver a estar ahi, por si las dudas. 
Que no quisiera, pero ¿como arrepentirme cuando ya he saltado al precipicio?. No se como aclararme que son vueltas del destino, y un año no te fue suficiente para bajar a la realidad y por fin, dejarte dominar. Desde tus ganas mas grandes, por delante tu miedo mas profundo dominandote y haciéndote recordar lo fácil que puedes salir herido. Pero me canso de explicarte que hay maneras de ceder y seguir siendo tu. Y volvemos al circulo y la misma promesa, que no habrá nadie después de ti, para mi. Que no habrá nadie después de mi, para ti, como garantía al trato que firmamos, y cuando sanes tus heridas, podremos por fin, conquistarnos.